EL EFECTO NOCEBO

No sabes las ganas que tenía de escribir sobre esto. Los profesionales de la salud lidiamos con este efecto día tras día, pudiendo ver como se va al traste todo nuestro tratamiento por su culpa. Toda nuestra buena intención puede quedar en nada si el paciente se ve expuesto al efecto nocebo, así que nos esforzamos mucho por hacer que no te afecte. Te cuento de qué va esto…
El efecto placebo seguro que te resulta más familiar. Entendemos como efecto placebo aquel efecto positivo y beneficioso producido por un placebo, un elemento que por sí mismo no tiene un efecto curativo. Es decir, la sustancia o el tratamiento no poseen cualidades que produzcan una mejoría en la sintomatología, pero el simple hecho de estar recibiendo un tratamiento provoca la creencia de que se va a mejorar, cosa que por sí misma provoca la mejoría.
El efecto nocebo del que yo te quería hablar es justo lo contrario: por los mismos mecanismos de expectativa y condicionamiento, se espera que un síntoma negativo vaya a ocurrir. Por poner ejemplos sencillos, es lo que pasa cuando lees el prospecto de un medicamento y te empiezan todos los males, o cuando descubres que algún compañero de clase de tu hijo tiene piojos y de repente te pica de la cabeza a los pies. Este efecto es mucho más perjudicial que el primero, como podrás imaginar, porque con el placebo se mejora y con el nocebo se empeora, básicamente. No hay color.
Y esto ¿Cómo nos puede influir a nosotros? Pues, por ejemplo, cada vez que el médico te manda hacer una radiografía o una resonancia magnética de espalda. La mayoría de estas pruebas son totalmente innecesarias, porque el tratamiento que se te aplique no variará en nada, pero es que además descubrirás cosas que te pueden perjudicar. Cosas que ya tenías antes de que apareciera el dolor y que probablemente no se corresponden con el mismo. Estos hallazgos es posible que te condenen a padecer dolor crónico o a variar tu actividad física, entre otras cosas, por el efecto nocebo. Es que tengo una hernia, me dicen algunos. Ya, como el 90% de la población. Pues que sepas que la mayoría de las hernias discales son asintomáticas, es decir, no dan síntomas. Si tienes algún tipo de síntoma lo más seguro es que no sea culpa de la hernia. Así que no hay que resignarse, simplemente hay que buscar soluciones, y saber buscarlas en el lugar adecuado.
Esto es tan habitual, que podría poner mil ejemplos más, pero tampoco te quiero aburrir. Simplemente me gustaría que fueras más consciente de este efecto, que lo racionalizaras, y que fueras crítico con determinados diagnósticos. Nosotros lo vemos (y lo sufrimos) prácticamente a diario, y nos puede resultar difícil despolarizar eso desde negativo hacia positivo. A pesar de que muchas veces no se trata más que de ofrecer información, de explicarle bien las cosas al paciente. Desde mi humilde opinión, los profesionales sanitarios deberíamos aprender a gestionar la manera como nos comunicamos, porque no somos conscientes del poder de nuestras palabras. Y lo que nosotros decimos y transmitimos, puede tener mucha influencia en el resultado de nuestros tratamientos, así que creo que vale la pena tenerlo en cuenta.
Esther Obenza Matas – Fisioterapeuta col. num 4770
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